Toda buena mujer merece ser
respetada. Toda mala mujer debe ser corregida en base a la ley. Tienen derecho
a expresar su sentir, como las escorts lujo barcelona que dan de sí, por ellas
y por otros.
Para que exista el placer, se debe
uno querer y entender. Para que exista el mayor placer, pues que sean dos los
que estén, dándose de sí, aunque sea por un precio. La historia de la humanidad
se ha llenado de renglones significativos con esta profesión y ahora la misma
ha cambiado en mucho aspecto.
Una joven que decide ser escort,
lo hace por lo mismo, por decisión. Las opciones existen, sí, por eso ella
decidió esta opción bajo su control.
Porque la dama escort lleva el
control de su vida, del momento, de su cuerpo, de su salud. Porque aunque sea
difícil creerlo, ella se quiere. Más se debe atrever por lo que desea y por los
que quiere.
Su fuerza radica en la misma de
toda mujer, no dejarse pisar. Que su sensualidad y sexualidad no sea mancillada
en alma, mente y corazón. Que su físico no sea motivo de desprecio por el
precio.
Acompaña a los hombres en sus
deseos, en sus escapes, en sus complejos, sus reuniones, sus fiestas y en sus soledades. Sabe de la
psicología de las caricias y, como haría un barman con sus clientes, escucha y
opina mientras sirve el trago del placer.
La dama escort sueña, tiene
fantasías y lágrimas de dolor, además de las dulces. Porque ella es mujer y
sabe que hay vaivenes a los cuales se debe adecuar, en especial con los
prejuicios de la sociedad, misma que ha acarreado su profesión por milenios.
En las redes muestra sus talentos,
con fotos, audios y videos. No es un servicio al mejor postor, muchas veces es
para quien ella elige, porque acompañar es también como conseguir la mejor
mercadería, por los mejores clientes, es para quien tenga buen gusto y, más que
poder pagar, para quien luchó por merecer.
Lencería, poses, besos, tatuajes,
selfies, sonrisas. Eso está en el día a día de esas chicas para el público. Desde
la más joven hasta la más madurita que ha conservado su cuerpo, su profesión y
su dignidad, algo que dudan muchas veces quienes creen conocer esa palabra y no
la aplican en sus vidas.
Ser escort de lujo o de las más
sencilla, es entregarse en cuerpo, conservando su alma. Es arrepentirse sin que
sea una vergüenza que les mate. Es ser pícara y sacar a flote toda su
sensualidad, sus ejercicios, su ropa, su esfuerzo, para cumplir su placer
personal y labrar un camino, no de ejemplo, sino de apoyo.
Porque una escort es solidaria con
las demás, más que amigas o hermanas, son un eje de apoyo para cuidarse ante
los errores y empujarse hacia los cambios que jamás le permitan verse ante un
espejo o ante los ojos del amor con pena.
La belleza de la mujer en una cita
privada, sólo es posible ver por un hombre que entiende que el valor de una
mujer no es su pago, que es muy bajo, para lo que ella vale y se cotiza ante la
vida.
Abre tu mente y entenderás que ser
una acompañante, una escort, una dama de la pasión, es la decisión de ser fuerte
ante el temor y atreverse a lo que muchas no harían porque no quieren o porque
eligieron entre los miles de destinos y opciones que tienen las mujeres. Y esas
decisiones se respetan, como el cuerpo, la pasión y la sonrisa que una escort
sólo le finge a los idiotas y que le regala desde lo más profundo de su ser a
los solitarios que optaron por ella sin mentirse a sí mismos.
Ella es una acompañante, porque
siente y vive. Con una mujer así, es que se tiene la mejor compañía.
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