La nostalgia de ver al pasado se mitiga con el valor que el presente me ha explicado. Ese reencuentro con la chica más linda del salón se transformó en un oasis en este desierto anímico, laborioso, sentimental y drástico de estos tiempos tan turbulentos en un año que le ha enseñado a la humanidad ver mucho más hacia adelante y entender las cosas pequeñas.
Pero no nos cierra de rememorar esos instantes que nos
fueron construyendo y por ende, son valiosos. Cada día útil, cada persona noble,
cada acción de bien acometida nos lleva al ahora y si usted, aunque algún plan no
se le dio o no se le da tiene en su haber, de seguro la suma de buenas cosas
son su escudo contra la debacle moral de quienes no piensan en los instantes de
paz y por ello, es que no la tienen.
Y por esa falla, buscan retaliación en quienes sí la
tenemos.
Yo he estado pensando y sintiendo tanto candor al recordar a
la chica más linda del salón. Esa que defendía al débil e intimidaba al fuerte
al punto de llevarle a respetarle y admirarle. Con ella no existía el Bullying,
sólo el compañerismo.
En un salón con tantos varones, claro que había que
proteger, acompañar y suspirar por las damas presentes. Siendo ella la reina
entre todas. No de esas que buscan ser la reina de carnaval o madrina del
equipo del salón. Ella buscó ser una mujer integral sin perder el sabor de su
adolescencia.
¡Por eso es que ella era más bonita!, por irradiar respeto,
calma, cordura. Saber bromear y saber estar seria. Darse su puesto y a su vez
saber guiñar un ojo pícaramente. Estar al corriente de la vida y atreverse a experimentar
diversiones sanas y emociones de adrenalina.
Con ella de compañera, estudiar matemáticas, castellano o biología, hacer exposiciones, aprender ingles, correr en educación física o hacer mantenimiento en el taller era garantía de buena nota, guía, respeto y camaradería.
Todo eso se quedó impregnado en mi haber de vida. Y ahora la
he vuelto a encontrar, con algunos sinsabores de la vida que podría yo llamar
impropios. Pero con más éxitos y satisfacciones surgidas de su ser y corazón
que la hacen ser más bella aún.
Una mirada que cala, unas manos firmes, una sonrisa que
provoca, emociones bien administradas, comprensión a máximo grado y una
picardía que le hace caminar en la línea de lo sagrado y lo pagano y ser por
igual respetada y amada por esos bordes de la vida.
Pensarle de antes y suspirarle por su ahora dan a entender
que ver lo correcto del pasado es lo que nos hace fuertes ahora.
Nadie puede quitarme la paz de ver en mi mente y alma a la
chica más linda del salón tan cerca de mi vida y felicidad que propulsa por ser
ella una mujer que creció par ser grande en un mundo que para su corazón puede
resultar pequeño.
Estudiemos juntos nuevas cosas de la vida; quizá nos toque
luego volver a los caminos distintos. Más el compañerismo, cariño, respeto y
sentir de satisfacción junto al placer de verte sonreír, seguirán siendo la
lección más hermosa que pudo provenir de un liceo.
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