Quiero
cometer ese pecado, delito,
Sin
fuerza ni patanería,
Un
beso robado, aunque se lleve mi vida.
Son
tantos los momentos crueles,
Que
nos han robados besos,
Por
no permitir darlos.
Ese
beso que la muerte nos roba,
Que
aquí no se repetirá,
Por
lo que esperamos venga ya la eternidad.
Ese
beso que pudo torcer una mala historia,
Y
lanzar al vacío a alguien,
Que
los tenía sin merecerlos.
Un
beso robado con el cual acompañar
A
la más grande de las sonrisas,
Y
un !hurra¡ surgido del alma.
Quiero
darte un beso
Con
el cual luego me inculpes
De
haber cometido un robo perfecto.
De
esos besos que callan conversaciones,
Diciendo
más que mil palabras
Acompañando
por muchas más emociones.
Un
beso sin mala intención,
Que
quizá no selle un amor,
Pero
que nunca sintamos que quedamos debiendo.
Un
beso robado es un ¡gracias!,
Que
no puede ni debe terminar amistades,
Sino
hacerlas fuertes, donde el alma flaquee.
Temo
pedirlo porque hay un NO, latente,
Temo
robarlo, porque habría un golpe seguro,
Ese
que mientan, ¡hasta nunca!
El
beso es un compromiso, el de gozarlo,
No
hay pecado entre quienes no están casados,
Suple
la falta de ese delirio y descanso.
Y
quienes son pareja entienden,
Que
un beso robado existe entre ellos,
Para
acrecentar el botín del otro ser amado.
Me
pongo a robarte besos,
Que
envío con el viento,
Y
sé que a tus labios han llegado.
Mi
fantasía es ese beso,
Con
el que nos digamos,
Que
dicha necesidad nos recorría.
Quien
no recibe un beso,
Lleva
una máscara para cubrir,
Que
le falta una sonrisa.
Por
eso, un beso robado,
Jamás
y nunca debería,
Ser
delito o un pecado.
Sin
abuso o prepotencia,
Tampoco
a tontas y locas,
Eso
su plusvalía, trastoca.
Tiene
que ser a alguien que lo sienta,
Que
hasta sin saberlo lo requiera,
Y
al besar, se encuentre y a la vez, se pierda.
El
padre tiempo nos ha robados besos,
La
muerte y por mucho,
El
orgullo y una moral poco consecuente.
El
beso que se siente y se quiere,
Siempre
sabe a gloria
Y
también a buena suerte.
Los
labios y los brazos,
Se
hicieron para emocionar,
De
lo contrario, ¿para qué se tienen?
Sí,
parecen excusas premonitorias,
De
un beso robado
Que
tengo en mi corazón ardiente.
Y
un robo anunciado coloca,
En
alerta para evitarlo,
O
para hacerse cómplice.
Más
daña el rechazar un beso,
De
quien bien te quiere,
Que
dárselo.
Cuando
los planetas se alinean,
Ergo,
el momento que se crea,
Para
darlo y proseguir.
Luego,
habrá preguntas,
Siendo
sus respuestas,
Del
beso, su vida o morir.
El
beso de una persona buena,
Jamás
duele, ofende, pesa, humilla,
Porque
del cariño es buena semilla.
Por
ende un beso robado,
Es
un anhelo de bien,
Que
no condenará ningún jurado.
Sí
no cree que sea pícaro y bonito,
Será
que no ha vivido
O
algo así de valioso, jamás le han robado.
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