Te
amo, es la confesión que esperabas que no dijese, pero prefiero ya las consecuencias
que la agonía de vivir en la cruel incertidumbre de un quizá, por omisión.
Te
amo en todos los universos, porque en ninguna forma podría ser distinta esta
emoción, este sentir, esta energía que me da tu presencia, misma que en tu
plena ausencia, se ocupa de construir el mejor de los entornos para la próxima
vez que te vea.
Te
amo como a la vida misma, con sus altas y bajas, en la molestia y la
tranquilidad, cuando nada me apacigua y cuando todo me es reconfortante, como tu
misma identidad.
Te
amo y por ello debo sopesar de todo lo que pudiese ocurrir luego de esta
confesión, en especial perder tu amistad y que por la ruleta del destino
perdamos esta conexión.
Porque
nadie puede cambiar una ganancia invaluable para arriesgarse por obtener más de
lo que sabe que se merece. Eso no es amor y yo te amo lo suficiente para no
jugarme la carta de la reina de corazones que eres tú, amada mía.
Te
amo a pesar de todo lo que seguiré callando para que nada de esto se arruine
como muchas amistades que se han terminado cuando la balanza del amor sólo pesa
de un lado, porque en el otro, no hay la idea de todo lo que vale para su
contraparte.
Y
en esa balanza dorada se nota que el que tiene el peso del amor, levanta a la
otra persona que se encuentra aligerada de cargas. Allí entiende que no debería
trastocarla, no se siente lo mismo. De lo contrario, los pesos de equilibrarían
y ocurriría ese perfecto equilibrio del amor en pareja.
Así
es como te amo, bonita mía. Nunca siendo quien trastoque lo que tenemos y mucho
menos la paz que quizás otros han trastocado. Y mi concepto del amor es no
hacer daños ni originales, ni mucho menos repetir o emular los de otros.
Te
amo con todo mi corazón; y como el amor es sacrificio, yo hago este voto de
silencio que aunque sí tiene mucho de castigo, es para ofrendar a una diosa
terrenal, con sus imperfecciones y humanidad a flor de piel, todos los tributos
que se le deben conferir a quien es el real sinónimo de lo que es una mujer.
Te
amo como no tienes idea. Como esos caballeros que ofrecían cantos y poemas.
Como esos filósofos que exponían y escuchaban planteamientos. Como los monjes
que encontraban el significado y significante de lo cotidiano para aprender a
crecer.
Te
amo con todo mi ser y hoy, ya te lo he confesado en esta carta de amor sin
nombre, sin destinataria, sin musa; inspirada en el único deseo de no callar lo
que no tengo a quién decirle.
Te
amo y quiero que sepas que te esperé fiel y contento; luchando aunque no tenga
en mis bolsillos ni medio. Luchando contra las tentaciones de la envidia y el
resentimiento de ver en otros seres, lo que yo jamás obtengo.
Te
amo con toda mi alma y no dejará de ser así, por aquellos instantes que me he
imaginado contigo, por los cruces de miradas, por los impasses y las opiniones
coincidentes.
Te
amo demasiado como para decirte algo que a leguas se nota no es recíproco y que
dañaría lo que tenemos.
Habrá
quien diga que quien no se arriesga, no
gana; pero para arriesgarse hay que tener cartas, argumentos y las
posibilidades a favor, ser el factor decisivo. Y ciertamente que te amo, pero
no es lo mismo de ti para conmigo. Cuando no existe al menos una corazonada
segura, en toda partida, nunca se gana.
Verás
cómo te diré “te amo desde el primer momento en que te vi”, cuando todo se
alinee a mi favor, en especial ese astro rey que es tu corazón con el mío.
Porque será una confesión plena de realidad, dulzura y la añoranza de un algo
que desde que tengo el corazón dispuesto a sentir, esperando.
Puedo
seguir diciendo que te amo millardos de veces aunque mis acciones, silencio y
decisión de evitarlo me contradiga. Pero nadie ama de la misma manera ni con la
misma intensidad.
Y
si acaso otro te dijera “te amo” y con él te fuera, estúpido mi silencio no
fiera, ni sensación fatua de haber perdido la oportunidad yo sintiera.
Sería
nada más el destino, al cual le pediría que seas feliz como podrías serlo
conmigo y que ese que te lleva, jamás te profiera un mal.
Te
amo más de lo que crees, aunque ahora dé la espalda incluso a esta carta,
dándole así punto final, en espera, de que alguna vez mi confesión, por alguna
mujer real, se lea…
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