De esta forma veo yo, la diferencia entre decir y hacer...
El que hace lo debido,
dice aún de manera silente, en realidad quién es.
Decir es sencillo. Hacer,
no tanto. Y así es mejor, porque logro sin esfuerzo, no sabe a triunfo.
Puedes decirle a alguien
que le bajarás la Luna, que le llevarás de viaje, que le traerás serenata, que
le regalarás flores.
Más esa persona sólo
quiere que le hagas ver a la Luna en calma.
Que cualquier paseo sea
una experiencia renovadora.
Hasta la música del
radio le suene a recuerdos y sonrisas.
Que una flor regalada
de manera sorpresiva, podrá cambiarle para mejor, el día.
Decir sin accionar, es
un cuento sin final feliz.
Hacer es el aplauso
merecido a quien lo intenta, aunque falle.
Decir lo hecho sin
moraleja, es no más falta de humildad.
Hacer lo que uno mismo
se ha dicho, sin contarle a los demás, es otra forma de concretar que es una
persona cumplidora.
Decir puede llegar a
ser una promesa vaga, banal, desesperanzadora.
Hacer es el rescate del
sufrido, la reconciliación meritoria, la consolidación de una esperanza.
Decir puede ser bueno,
si tu corazón está libre de prejuicios; allí, tus palabras son sabias y tus
consejas, reconfortantes.
Hacer por salir del
paso, es la manera práctica de arruinar las cosas que podías haber
inmortalizado.
Decir y Hacer dependen
de tu fuerza de voluntad, de tu probidad, de tu pronto accionar y el escapar de
ti, para saber ser uno con los demás.
Cuando dices y haces de
corazón, con sapiencia, humildad y dedicación, tus palabras estimulan y tus
acciones, se emulan.
Di una palabra de
aliento, di algo con cariño sincero; haz un gesto útil, haz de lo más simple,
algo mágico.
No te quedes jamás con
lo peor del decir y hacer, sácale siempre lo mejor.
Hay muchos corazones que
aún sin saberlo, están confiando, en ti.
Yo soy más de Groucho, que dijo que si no te gustan sus principios, tiene otros.
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