Ella no es una mujer ordinaria. No. Ella no es un poema.
Es todo el libro. Es verso, es papiro, es musa, es canción.
Mucho trabajo le costó aprender. Pero ninguna espina
le impide florecer. Lo hizo sola, sin ayuda. Y tan bien lo hizo que ahora es
más que cualquier rosa en una aurora.
Para ella, mis pensamientos, mis suspiros, mis
mayores deseos de bienestar y…de que me mire con el mismo amor que siento por
ella.
¿Por qué estás tan lejos donde mi boca no te toca?
Allí yo no puedo recorrer con mi mirada tu figura,
sueños y sonrisas. Y poder dibujar sobre ti un futuro sin lujos, pero digno.
Donde se tome un día al fragante vino. Y al otro, se
coma una hamburguesa en un humilde banquito.
Sitial de honor es tu presencia. De ti, un abrazo es
recargar energías contra el mundo y a favor de él.
Suelo con ella el que nos gritemos miradas y latan
al tiempo nuestros corazones. Y con un poema susurrado al oído sepa, cuánto y
cómo le deseo.
A ella antes que llamarla problema la llamaría poema.
Porque para ser arte en esto tiempos, y arreglar la vida con versos, no
cualquiera puede hacerlo. Mucho menos en pleno siglo XXI donde todo el mundo se
cae a pedazos.
Compartiría ese poema que me tengo guardado para declarármele
a ella. Cuando me atreva a decírselo a ella, dejará de ser mío.
Le pertenecerán esas letras que yo escribí, tal cual
le pertenece mi alegría y esperanza. Será como si le regalara una parte de mí.
Porque ella lo vale. Lo sé desde que pedí el
fervoroso deseo, de ser bendecido para mejorar mi vida, y que el cenit fuera,
la mejor compañera de vida.
Ella es así, tan natural, tan sensual. Definitivamente
diferente a las demás.
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