Te
deseo como el atardecer a la noche, dejándose arropar, tal, cual quisiera
arroparte con mis sueños.
Te
deseo como el ave al cielo al cual surca, similar a mi anhelo de surcar esa
experiencia celestial que es vivir contigo.
Te
deseo como la playa al mar, que está allí esperando ese beso, como aquel que
sigo esperando de ti.
Te
deseo como el bosque al sol, dejándole entrar en su majestuosidad, similar a
esa que posees y sublima a mis pesares.
Te
deseo como el hombre al saber, quizá porque así sabré cómo es la luz del
conocer de primera mano tus profundos pensamientos.
Te deseo
Y
a lo bonito, como quizá nadie te lo ha hecho saber e incluso, como ni yo sé
medir o lograrlo.
Te
deseo más allá de lo carnal, que me es poco; porque de un serafín sólo se puede
querer al cielo que le ha enviado a mi vida.
Hago
a la par que te digo que te deseo. Y te extrañará que no te diga que te amo,
pero es que mi deseo es lo más que puedo lograr.
A
manera de oración, en forma de presencia, escrito en cualquier tipo de letra,
demostrado con hechos, de toda forma buena y posible, te deseo.
Amarte
y ser correspondido quizá no sea mi destino, pero desearte lo mejor y hacerte
saber que cuentas conmigo, es un derecho que ni tú misma podrías robarme.
Desearte
en cada suspiro, en cada mañana, en toda poesía, en el ajetreo y la calma.
Si
te vas, te deseo lo mejor; si te quedas, te deseo igual. No puedo ni quiero
huir a lo que quiero, que no es más que tu ventura y paz.
No
eres un cuerpo que deseo, eres una persona que así quiero.
Eres
una mente predestinada a vibrar en sintonía con lo mejor. Y mis deseos bailan a
tu ritmo.
Mis
palabras divagan, mi prosa cojea, mientras mis sentimientos están simplemente
crece y crece.
Todo
esto es quizá, porque mientras escribo y me lees, más y más, te deseo.
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