Mi credo es que creo en mí, aunque no lo parezca. Me conozco en mis
fallas, dolores, limitaciones y arrogancias.
Creo también en los buenos consejos y hasta en las
palabras ácidas que se dirijan a mí; y éstas me mejoran en lo que yo permito,
sin socavarme ni sembrarme dudas.
Tengo la certeza de que la fidelidad es una
identidad que no se pierde, como una huella; es un algo que nace conmigo y
quedará hasta mi paso a la eternidad.
Sé que el dolor de cualquier tipo es malo, por ello
procuro no causarlo, tanto físico como emocional. Y que una decepción por un
mal hacia ti o los demás, jamás se sucederá.
Mi credo parte del hacer para ser y el ser para hacer, como
una simbiosis necesaria para que las palabras sean complemento de lo tangible.
Percibo a la picardía y a la pasión como parte de
una identidad dual que no llega a ser pecado ni amoral; simplemente es jugar en
sincronía con lo que queremos liberar, sin alejarnos de la moral y el respeto
mutuo.
Creo en la entrega total, esa que no abandona ni
siquiera en la mayor de las molestias.
Vivo para alegrar, porque esa es mi verdadera fuente
de energía.
Disto muchísimo de lo perfecto y quizá, de ser el
hombre ideal. Me pongo bravo y rezongo, pido castigo a los malos y uso al
sarcasmo y la ironía para drenar.
Pero el mal no recorre por mis venas y mi credo es la conciencia
y el arrepentimiento, que son dos arcángeles que me siguen y obligan a corregir,
pedir perdón y a perdonar.
La belleza de la paternidad; el ser buen familiar y
amigo de la gente de bien, son identidades que sé que poseo y estoy ansioso de
demostrar.
Creo por igual en la adopción y la ayuda solidaria,
porque me percibo como un ciudadano del mundo y un ser humano que no está ajeno
de cualquier situación que su vida, para bien o para mal, pueda del todo o
parcialmente cambiar.
Mi credo también subsiste en el disfrute de las cosas buenas de la vida
con la mayor sencillez y a su vez, dándole sabor único para que se graben en mi
memoria y de quienes quiero.
No sé amar como otros, pero creo fervientemente en
el amor, el respeto y la equidad. Por ende, sé amar a mi manera, sin que esta le sea ajena a mi amada.
Tengo tantos sueños que mi vida es y será siempre
como la de un niño, que se guarda en el cuerpo de un adulto que se pone a la
altura de cada responsabilidad.
No soy de viajes o grandes fiestas o divertimentos,
pero jamás te dejaría cohibirte de todo aquello que te brinde chispa y
felicidad.
Mi credo se ha forjado en el estudio y en el empirismo en su justo
balance, para llevarlo a la práctica y siempre estar abierto a la información,
saber y la verdad.
No creo en el puño cerrado, la ira, el rencor; en
sacar trapitos al sol y mucho menos en la manipulación mental.
Creo en la conversación, en el intercambio de ideas,
en la organización y la libertad.
No soy muy cariñoso, pero veo detalles que otros no
ven. Y por eso, procuro estar cuando se debe y guardarme hasta la ocasión en
que se me necesite o perciba en la que debo estar.
Creo en las segundas oportunidades; por eso le pido
siempre a la vida que me perdone de aquello que haya hecho en otra vida y en
esta, dejándome demostrarle a una mujer, que de verdad le puedo hacer sentir lo
que es el amar.
No soy como aquellos que hacen daño, son
indiferentes o se creen que ya con pareja, todo lo tienen ganado para sinvergüencear. Nada más lejano a mi credo y a lo que he sido y que si me lo permiten, podré demostrar.
Tampoco soy como esos maridos perfectos que cocinan,
reparan todo y moldean su cuerpo, además de lujos y momentos placenteros sin
problemas pueden brindar,
Creo firmemente que soy único y a su vez que soy un
ciudadano universal, que aunque feo y con defectos, bien que tú podrías al
menos brindarle una oportunidad.
Si los que te han gustado te han decepcionado, ¿Por
qué no intentarlo con quien no has pensado que te podría gustar?
Quizás en mi credo esté ese condimento que a tu vida podrá
sazonar.
Creo que ser pareja es estar a la par, en el amor no
existe dueño, sino una cooperativa que se cuida, se respeta y se sabe tratar y
aceptar.
Mi credo es que en mi creo, como humano, hijo,
amigo, novio, esposo y compañero, por igual para bien siempre he de funcionar.
Creo en los momentos felices que me he labrado y
creo que bien acompañado, muchos sorpresivos, en sus buenos ratos, incómodos y
malos, de seguro habrá.
Mi credo, son mis acciones, mi tarjeta de
presentación ante cualquier camino que me toque cruzar.
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