Las lágrimas de alegría son en extremo necesarias en las personas nobles;
Nos defienden de la insensibilidad,
Recuerdan quiénes fuimos,
Refrendan quiénes somos,
Vislumbran mejor quiénes seremos.
Las lágrimas de alegría muestran la realidad de nuestro ser;
Saben a nuestro sentir,
Destellan en el día,
Son la paz de las noches,
Completan a una gran sonrisa.
Las lágrimas de alegría vienen a nuestro rescate siempre;
Ante cualquier agobio,
Al hacernos preguntas incómodas,
Cuando el hastío asoma,
Ante el dolor físico.
Nuestras lágrimas de alegría nos humanizan y conectan;
Ante el orgullo ajeno,
Cuando la nobleza obliga,
Ante el apoyo mutuo,
Cuando un alma, abriga.
Son esas lágrimas de alegría las que te diferencian;
De quien es beligerante,
O de los hastíos,
Si la incomprensión es norte,
Del falso con poder.
Cuando las lágrimas de alegría aparecen;
Se entiende a los niños,
La senectud es poética,
La adultez no duele,
La juventud sí es esperanzadora.
Por ello y más…
Sí vez algo bonito, llora;
Cuando algo te enternezca, llora;
Los gestos de reconciliación, ameritan lágrimas de alegría;
Si muchos son felices, llora;
Cuando la risa te libere, llora;
Al ver a la creación de Dios, llora;
Sí resolviste un problema, llora;
La alegría de tus seres queridos, se llora;
Todo lo que sea feliz, noble, enriquecedor, liberador, simpático y hasta gracioso, bien que se puede acompañar con lágrimas de alegría pura. El cuerpo drenará aquello que produce; el corazón mostrará otra manera de querer bonito y el alma será más fuerte, gracias a que beberá de tu nobleza.
Argenis Serrano
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