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La Soledad del Hombre no es Igual a la Soledad de la Mujer

soledad
Dicen que el hombre es el sexo fuerte y la mujer el sexo débil; quizá en una condición física, porque en la sentimental ellas son más fuertes; porque la soledad del hombre no es igual a la soledad de la mujer y eso lo comprueba.



La soledad del hombre… es un mar de preguntas sin respuesta e incluso, con el temor a formularlas.

La soledad de la mujer… consigue las respuestas a tiempo y se recompone.


La soledad del hombre…se ve en sus anhelos de cariño, besos y abrazos.

La soledad de la mujer…ya no amerita de ellos, porque son signos de debilidad.


La soledad del hombre…tiene a diario el anhelo de dormir en el vientre de la mujer amada a manera de almohada y decir ¡ya encontré mi remanso, mi paz!

La soledad de la mujer…tiene el descanso solitario, disfrutando lo rutinario.


La soledad del hombre…busca mantener a la mente activa para escapar de la realidad.

La soledad de la mujer…es un perfecto balance entre actividad y realidad, que no le alteran ni le trasnochan.


La soledad del hombre…se pregunta cómo serían sus hijos, que no tiene y no precisamente por su decisión.

La soledad de la mujer…está signada por su fuerte decisión a no ser madre, lo que es muy distinto al hombre que no los tuvo, queriéndolos.


La soledad del hombre…juega con sus sentimientos y valores, hasta llegar a decir que ninguna mujer vale la pena, incluso a sabiendas de que son palabras que no siente, sólo fue empujado a decir ese error del cual siempre se arrepentirá.

La soledad de la mujer…le hace alearse y estigmatizar a todos los hombres. Tanto, que llega el momento de decirse que no son necesarios de forma alguna. Encuentra su autosuficiencia, desterrando a un género.


La soledad del hombre…se ocupa de la vejez; de quién se quedará con sus cosas, quién le podrá atender, incluso, quién irá a darle el ultimo adiós cuando llegue la hora de partir.

La soledad de la mujer…planifica y delega lo que será su adiós de una manera que aparenta ser fría. Pero sólo es metódica y sin resignación.


La soledad del hombre…duele por aquello que le falta; y siempre le será reprochada, porque es culpable de su sufrir, como lo es todo hombre.

La soledad de la mujer…hace mucho dejó de doler y sorprender; y eso, aunque le permite seguir, le ha extinguido un tanto de su dulzor de género.

 

Son entonces nuestras soledades distintas, de caídas y reconstrucciones, apariencias y estoicismo, de preguntas que son respondidas de forma conveniente o convenenciera, según sea el grado de amor y esperanza por la vida.

Pero, aunque seamos iguales, nuestra manera de enfrentar a la soledad es distinta, teniendo un punto de encuentro entre ambos sexos:

Nadie de bien, debería vivir en soledad, en especial cuando tiene mucho amor qué dar, y probidad para demostrarlo.

Argenis Serrano - @Romantistech 

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