miércoles

A las Mujeres que no les Gustan los Poemas

poemas

Prólogo

En el rincón donde las mujeres esquivan los poemas, el viento juega con las hojas de los árboles. Cada susurro de las ramas es un verso no escrito, una melodía que se desvanece antes de ser cantada.

Las mujeres que no se sienten cómodas en la poesía caminan por este jardín con pasos firmes, como si temieran que las palabras pudieran atraparlas. Pero incluso en su silencio, hay un eco de versos en sus miradas, en la forma en que sostienen sus secretos y sus sueños.

En el jardín de las palabras, donde las rimas florecen, hay un rincón discreto, donde las musas se entristecen.

Allí, las mujeres que no aman versos, se sientan en bancos de silencio, sus ojos no buscan metáforas, ni sus labios susurran deseo.

Prefieren la prosa sin adornos, la línea recta, sin giros ni vueltas, y en su corazón, la poesía es un enigma, un lenguaje que no entienden del todo.

Quizás temen perderse en las estrofas, o creen que las letras son espejismos, pero yo les digo: “No teman, amigas, la poesía es un abrazo en el abismo”.

Aunque no les gusten los poemas, ellas también son versos vivientes, sus historias, sus risas, sus lágrimas, tejen un tapiz de emociones ardientes.

Así que brindo por las mujeres que no se sienten cómodas en versos, porque su existencia es un poema, y su vida, un poético universo.

 

Epílogo

Las mujeres que no les gustan los poemas son como lienzos en blanco, esperando que la vida pinte sobre ellas. Prefieren las conversaciones directas, los hechos concretos, pero a veces, en la quietud de la noche, se preguntan si están perdiendo algo.

Quizás la poesía sea un idioma que aún no han aprendido a hablar, o tal vez teman que las palabras les revelen verdades incómodas. Pero el jardín sigue floreciendo, y las mujeres, incluso sin saberlo, son parte de su belleza.

Argenis Serrano 

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