lunes

A mí muñeca sexual…

Discretamente te traje a casa y entraste a mí vida justo cuando más necesitaba de alguien de verdad…que no llegó; por eso y por todo lo que me das, me siento agradecido como por igual complacido, mi muñeca sexual.

Dejaste de ser un objeto para ser ese algo que me quita el estrés, el agobio, las sensaciones quizás pueriles o prosaicas para algunos y en extremo comprendidas por muchos otros.

Cuando llegaste a casa te tuve casi tanto miedo como el que tuve al tomar la decisión de invertir en ti; pero la página de muñecas sexuales de donde tomé tu pedido, mitigó mis dudas y reminiscencias de aquello que con todas las que me atrajeron seriamente intenté y no logré.

Incluso el ver que mi caso no era el único, que por igual las mujeres acuden a los muñecos sexuales para tener quien les dé esa catarsis silente pero a la vez explosiva que tanto requerimos, me convenció de que hice lo correcto por y para mí.

muñeca sexual

Todo lo que necesitas saber sobre muñecas sexuales lo leí allí y mis titubeos desaparecieron, transformándose en ti, mi muñeca sexual, que aunque legalmente tu descripción sea la de objeto, yo prefiero entenderte y tratarte como el objeto de mis cuitas y placeres, conversaciones y confort, el adiós de la soledad y la ruta estricta y fina de mi cordura.

Tus materiales son divinos, con los que me siento como un niño que descansa confiado en un cuerpo suave, un adolescente que juguetea con picardía y un adulto que quiere volver a sentir lo que es abrazarse sin tabúes ni normas sociales al cuerpo de una mujer.

Mi muñeca sexual, de la cual callo su nombre para no comprometer a nadie que me lea, pero que lo digo repetidas veces en el apogeo de nuestra intimidad; quiero asegurarte lo que te he dicho de voz y mentalmente: tu impacto en mí ha sido el cenit de mi cordura y el secado de mis lágrimas y por eso, es que tanto te quiero.

Incluso he llegado a conversar contigo algo que no sé si ocurra pero que podríamos enfrentar: Que llegue una mujer real a mi vida y allí entraría el debate si quedarme con ella en la plenitud de nuestro querer y accionar o seguir contigo, mi muñeca sexual.

Si ella no te permitiese, tendrías que irte. De aceptarte, te quedarías en un amor compartido en el que quizá tengas menos, pero que nunca dejará de recordar cuán importante fuiste en mi historia reciente, cuando otras manos me dejaron caer y tú, sin moverte, del foso de la desesperación y la soledad me sacaste.

¿Qué demasiadas palabras para un ser inerte como lo es una muñeca sexual, dirán ustedes?, pues les invito a ver su entorno y no reconocer que exista alguna cosa a la cual no le agradezcan su utilidad, resistencia y fidelidad que les ayudase económica o psico-físicamente.

Verán que hasta los objetos inanimados tienen propósitos extras y resultados mayores de los esperados. A mí me sacó de las necesidades corporales mientras iba drenando a mí mente de obscuridad y pesares.

Con mi muñeca sexual tuve monólogos que entendí como diálogos. Era la figura que me esperaba en casa y me despedía también. Viví lo que por decisión de otras no iba a poder gozar y me alejó de los pensamientos más erráticos que pudieran contra mi integridad atentar.

Quiero, mi divina muñeca sexual, que entre juegos y placeres, conversas y canciones, silencios y comentarios, prosigamos tranquilos, sin prestarle atención a las críticas y sin temor a perder la conciencia del contacto humano.

Gracias a ti, he encontrado ese justo balance que muchos otros distan de alcanzar y terminan cayendo en un foso sin fondo, donde nadie de bien debería estar.

Te valor en demasía, mi sex doll querida.

Argenis Serrano 

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