Autora: Patricia Pérez*
Hace un largo tiempo había
un vecindario llamado Villa Verde, en el
cual habitaban muchos gatos debido a lo amplio y libre del lugar. Entre
toda la manada de gatos había uno muy peculiar, este era el gato amarillo Don Gato, al cual pocos
veían con agrado y muchos con recelo no solo por su auténtica y
noble personalidad sino por la humildad y calidez
que albergaba, lo que le diferenciaba de los otros.
Sin embargo, había algo
más... Este no nació con el don de las 7 vidas como los otros; a
diferencia de estos, sólo se le fueron asignadas 4, de las
cuales él sabía que debía aprovechar y
entregarles todo su corazón ya que no disponía de mucho
tiempo en el mundo.
El gato amarillo paseaba
con sigilo por el
vecindario, mientras que muchos otros corrían y
otros simplemente no se detenían a observar su alrededor ni
siquiera por un segundo. Don Gato disfrutaba de cada día
como si fuese el último, siempre andaba feliz y se preocupaba sólo
por hacer las cosas que le hacían feliz. Él siempre intentaba ayudar a todos y aunque
la mayoría no confiaba en él e inclusive lo despreciaban, este hacía caso
omiso porque no tenía suficiente tiempo para preocuparse de lo que los
demás pensasen de él. Don Gato se preocupaba de lo que realmente
era importante: Disfrutar su estancia en el mundo.
Con el pasar de
los años, Don Gato era cada vez más feliz, pues tenía una
familia y un cómodo hogar, mientras que todo era diferente para la vida de
los demás. Sin preocuparse de la manera en que vivían, el
resto de los gatos habían hecho mal uso de sus
días, muchos perdían su lugar en el mundo actuando
con inconsciencia. Aunque constaban con mayor cantidad de
vidas, se les notaba infelices, el recordar de los
años anteriores solo les traía arrepentimiento.
Don Gato, notando
lo que sucedía no pudo evitar tener un sentimiento de solidaridad, el mundo
como lo conocía era maravilloso, quería que los demás fuesen
felices al igual que él... Quería ayudar.
Pasando noches y días
pensando en la manera correcta de acercarse a ellos, no se le
ocurrió nada más que conversar, no podía hacer más que orientarlos,
el cambio debía salir de ellos. Al principio muchos no confiaban
en Don Gato por ser diferente a la mayoría, pensaban que quizás había intenciones ocultas
detrás de su repentina ayuda, pero en realidad no era así.
Don Gato siempre había sido de esa manera, actuaba, aunque no
hubiese un beneficio para él. Al pasar los días empezaron a
conocerlo y se percataron del buen corazón que tenía. Se
arrepintieron de su comportamiento hacia él en el pasado, ya que no
se habían dado la oportunidad de conocerle.
Transcurridos los días no
había gato que caminara sin mirar dos veces antes de cruzar las calles, no
había gato que caminara sin sigilo. Solo había gatos que disfrutaban
e intentaban a toda costa ser felices...
Todos estaban tan
emocionados por su nueva manera de vivir y tan agradecidos
con Don Gato, que cuando era posible buscaban pasar días enteros
compartiendo con él. Todo había cambiado y había sucedido para
bien... Por su parte, Don Gato ya estaba cerca de cumplir con sus 4
vidas, él en lo absoluto lo consideraba como algo malo, ya que había
cumplido con todo lo que había deseado y debido a eso, sabía que se iría
siendo feliz.
FIN
*Patricia Pérez (patriciajhoximar@gmail.com), autora de
éste cuento es una joven bachiller, estudiante de ventas en el INCES y del Curso de Comunicación
Integral (Comunicación Social, Publicidad y Mercadeo y RR.PP) de la Extensión
Universitaria del IUTEPAL, Maracay.
Como alumna de quien
suscribe, aprovechó una asignación para redactar éste bonito cuento que con
gusto publicamos para la posteridad, con su aprobación.
La creatividad es el eslabón que busca líneas de encuentro entre quienes desean comunicarse.
Felicitaciones bella <3
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