domingo

Prosa de un amor y un café que no fue


La música de esas canciones que nos hermanan,
traen tantos recuerdos, tantos lugares,
tantos aromas que emulan al cielo,
me dejo llevar por el sonido de las letras
y la vida se hace transparente,
tu nombre, tus ojos, tu sonrisa que extasiado recuerdo,
nuestras voces se hacen arcoiris nocturnos,
y te veo descansando a mi lado,
tu pecho junto al mío,
esperando al alba para retomar a la vida que anhelamos.
Ansiosos de un café recién colado,
Marrón para mí como tus ojos,
Negro para ti como los míos,
En blancas tazas como las perlas de tu boca.

La melodía es eterna, mi felicidad también,
sigue a mí lado, vida de mis ojos,
te traeré algunas flores para adornarte,
pan dulce o galletas para nuestro café.

La taza de café,
nuestra compañera y confidente,
ahí está...silente...
escuchando mi quebranto,
la miró y me atrae mucho,
su aroma me invita a tomarla
entre mis manos, me calienta,
su ardor es para despabilarme,
se comunica con mi alma,
me dice que ya tu imagen no está dibujada
por el barista del cielo en mi café,
tampoco en mi vida
yo lo único que quiero ahora,
es beber hasta tu último trago

Me acerco, la sorbo como pidiendo deseos,
aún con azúcar y siendo delicioso,
necesita el sabor que le da tu presencia,
Pero ya no es así
las palomas en el balcón me miran,
mientras el sol me invade
dándole el único calor ya a mi vida,
tratando de dibujarme una nueva sonrisa,
mientras el aroma y calor del café se disipan,
mientras yo sólo puedo beberme tus recuerdos.

Pido al café me mantenga despierto,
Para ver sí consigo quién me acompañe
Y le dé emoción a mi vida que se ha descafeinado.

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