...Y vivimos esperando a que la vida nos espere, corriendo para ganarle al tiempo como nadie en la historia de la humanidad lo ha hecho.
Cuando
sólo en el instante que es ya y lo realizado es que estamos legando y dejando
huella mientras seamos activos, dinámicos, útiles así estemos haciendo algo que
para otros no es trascendental. Porque apurados hacemos, pero no disfrutamos.
La
vida es lenta, muy lenta y nosotros vamos rápido, muy rápido. Comemos rápido,
hablamos rápido y dormimos rápido, mientras la vida nos ve y no entiende el
porqué de esos espacios temporales donde estamos inútilmente estresados.
La
vida es eso que pasa mientras nosotros corremos.
Vivimos
esperando el momento perfecto, en vez de arrancar ya, como si de alineación de
planetas fuera o de fechas se tratara.
Cuando
hasta el más leve detallito como lo es escribir el plan y esbozarlo alma, mente
y corazón, ya es arrancar, es utilizarlo y hacerlo excelente, porque el
perfecto te lo dará Dios en compensación y uno lo sentirá en un halo de
satisfacción.
Hay
una rapidez que tiene el tropiezo de sólo ir por lo material, que son vallas
que se levantan ante nosotros en plena carrera. Cuando lo más prudente es
trotar bordeándole en lo valioso, lo que trasciende a lo material haciéndole
circunstancial al logro de los éxitos.
Las
gríngolas son de los caballos y las yeguas en carreras que no pidieron
participar pero es donde drenan su potencial y la disfrutan.
Los
humanos debemos correr hacia todas direcciones a trote firme y constante,
sabiendo acelerar, frenar, correr en compañía y no hacer el mejor tiempo, sino
al tiempo, mejor.
Vivimos
esperando que la jornada termine para llegar a casa, vivimos esperando que sea
viernes, olvidando que el que no es feliz de lunes a jueves, menos lo será un
fin de semana.
Vivimos
esperando que lleguen los puentes, las fiestas, vacaciones y celebraciones
cercanas o momentos en los cuales vegetar en nuestras camas.
Vivimos
esperando que pase algo y lo que nos pasa es la vida. Ella nos ve y nos dice,
“¿por qué no me acompañaste y más bien te me adelantaste, enflaqueciste y te
cansaste aculando de todo, menos a mi?”.
Entonces
el tiempo y vida cuán maestros nos enseñan de que nada en lo que se trabaja es
en vano así el proyecto se vea pesado y lejano. Porque de lado van creciendo
las flores de las buenas semillas que vamos regando.
Siempre
habrá legado para quien es eficaz, preciso, paciente y consecuente con lo que
hay en derredor y se escapa de las manos.
Más
nadie nos quita lo vivido, salvo nosotros si empezamos a correrle a lo que
somos y logramos.
El
paso constante y sin pausa llega a la meta aprovechando los vítores de la
existencia.
Argenis Serrano - @Romantistech
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