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Pizza...

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Luego de trabajar, parece que la pizza tuviese todos los ingredientes que ayudan a olvidar los malos ratos, al cansancio y a su vez, reforzar lo positivo y valioso de nuestra labor.

¿Su secreto?, la magia que desatamos al probarla. Ella pone de su parte, pero somos nosotros quienes realmente valemos. 

Con ella, el triunfo y las satisfactorias alegrías saben mejor y se auguran muchos momentos más de idéntica valía. E igualmente, la tristeza y la derrota se disipan en cada rebanada, recordándonos que sólo nos sabe amargo un suceso, si así nos lo permitimos.

De lo contrario, saben a pizza.

Una reconciliación tiene en cada slice un mitigante de las rabias, penas y discordias, siendo la réferi o mediadora que, al terminarse, por igual habrá limado asperezas.

Las parejas, sea de día o de noche, saben que ante una pizza sólo se pueden decir cosas correctas y sucederse momentos de equilibro.

¿Cómo lo logra?, nadie lo sabe. Sólo sabemos que las pizzas son también la suma de los ingredientes del amor, capaces de crear, continuar y hasta salvar relaciones de pareja.

Hay momentos melancólicos donde la pizza es un consuelo, alimentando aunque así no lo parezca, brindando espacios entre mordidas, para pensar en lo ocurrido, sin amarguras, rabias o prejuicios.

Es incomprensible que entre miles de alimentos sanos, este pueda ser considerado como no sano y a la vez, sana el alma, contenta estómagos y satisface paladares.

Nadie está solo cuando come una rebanada de pizza; el mundo entero se postra en derredor a felicitarle porque, entre las muchas comidas, encontró a una de las más capaces para contentarnos la vida.

Es el almuerzo que reúne a los amigos, la cena que contenta a tu amorcito, el desayuno que nos cambia el día, la merienda que nos da placer culposo.

Al mundo le une la pizza y sus muchos sabores, texturas, tamaños y porciones. A donde quiera que vayas, la más tradicional, sencilla o complicada, bien que tus momentos mejorarán.

El sol, la lluvia, la noche, el día, en casa o en la lejanía, cuando una pizza sale de su caja, su aroma fascina, mitiga las penas y sea cual sea nuestra edad, en un rico delirio nos encuentra.

Cuando quieran quererse, coman pizza. Cuando quieran brindar amor, inviten una pizza. Cuando quieran dirimir problemas, abran una caja de pizza. Cuando necesiten fuerza en todo su ser, probar una buena pizza les hará renacer.

Argenis Serrano 

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