Luego
de trabajar, parece que la pizza tuviese todos los ingredientes que ayudan a
olvidar los malos ratos, al cansancio y a su vez, reforzar lo positivo y
valioso de nuestra labor.
¿Su secreto?, la magia que desatamos al probarla. Ella pone de su parte, pero somos nosotros quienes realmente valemos.
Con ella,
el triunfo y las satisfactorias alegrías saben mejor y se auguran muchos momentos
más de idéntica valía. E igualmente, la tristeza y la derrota se disipan en
cada rebanada, recordándonos que sólo nos sabe amargo un suceso, si así nos lo
permitimos.
De lo
contrario, saben a pizza.
Una reconciliación
tiene en cada slice un mitigante de las rabias, penas y discordias, siendo la réferi
o mediadora que, al terminarse, por igual habrá limado asperezas.
Las parejas,
sea de día o de noche, saben que ante una pizza sólo se pueden decir cosas
correctas y sucederse momentos de equilibro.
¿Cómo
lo logra?, nadie lo sabe. Sólo sabemos que las pizzas son también la suma de
los ingredientes del amor, capaces de crear, continuar y hasta salvar
relaciones de pareja.
Hay momentos
melancólicos donde la pizza es un consuelo, alimentando aunque así no lo
parezca, brindando espacios entre mordidas, para pensar en lo ocurrido, sin
amarguras, rabias o prejuicios.
Es incomprensible
que entre miles de alimentos sanos, este pueda ser considerado como no sano y a
la vez, sana el alma, contenta estómagos y satisface paladares.
Nadie
está solo cuando come una rebanada de pizza; el mundo entero se postra en
derredor a felicitarle porque, entre las muchas comidas, encontró a una de las más
capaces para contentarnos la vida.
Es el
almuerzo que reúne a los amigos, la cena que contenta a tu amorcito, el
desayuno que nos cambia el día, la merienda que nos da placer culposo.
Al mundo
le une la pizza y sus muchos sabores, texturas, tamaños y porciones. A donde
quiera que vayas, la más tradicional, sencilla o complicada, bien que tus
momentos mejorarán.
El sol,
la lluvia, la noche, el día, en casa o en la lejanía, cuando una pizza sale de
su caja, su aroma fascina, mitiga las penas y sea cual sea nuestra edad, en un
rico delirio nos encuentra.
Cuando
quieran quererse, coman pizza. Cuando quieran brindar amor, inviten una pizza. Cuando
quieran dirimir problemas, abran una caja de pizza. Cuando necesiten fuerza en
todo su ser, probar una buena pizza les hará renacer.
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