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Sobre las Mujeres Prepago y Damas de Compañía, ¿Por qué lo hacen?, ¿Por qué todas las sociedades las juzgan, pero siguen existiendo?

Revisando webs hermanas como la de emprendeconhuevitos.com que claramente trata de emprendimiento, reflexioné sobre las muchas maneras legales de hacer dinero. Pero también sobre las que son moralmente cuestionables como las de prepago y damas de compañía, porque, claramente, uno siempre ve que hay que buscar lo moral y legal para surgir en la vida.

Pero tanto los estratos sociales, las carencias inducidas por los gobiernos, familias, status quo e incluso por las autolimitaciones han sido incidentes en ello, además de los valores, la fuerza de voluntad y hasta el tener que ceder y olvidar.

Cuando estudié Comunicación Social y ya también luego de graduado, tuve la oportunidad de hacer sendos reportajes. Incluso me gané reprimendas porque estaba tocando a un poder socioeconómico que movía intereses del poder detrás del poder.

Por ser material protegido, no obtuve copias de grabaciones ni redacciones, ya que me las dotó el medio, protegidas por el camarógrafo. Pero guardé en mi mente las que más me marcaron y dieron entender el por qué hacen lo que hacen las prepago y damas de compañía y el por qué las juzgan (y cuánto). He aquí una síntesis y espero no ser fustigado por ustedes, lectoras y lectores y menos por Blogger y Adsense.

prepago y damas de compañía


Diferencia entre Prepagos y Damas de Compañía

Sí, hay diferencias, aunque en Venezuela son entremezclados los términos hasta diluirse y no importar (sumando el de scort o acompañante).

Las Prepago son aquellas que simplemente van a aquello que ya usted sabe, sea en una casa específica donde se encuentran, un BAR, estén parada en una esquina o asisten a su habitación de hotel o habitación de domicilio.

Y damas de Compañía (Scort / Acompañante), son aquellas que asisten a los caballeros a restaurantes, eventos de toda índole, citas familiares, cines, teatros e incluso se toman de la mano y muestran afecto pago. Sólo van a aquello sí ella así lo desea, pleno convenimiento y con el mismo trato de novios recíproco que hay en una relación verdadera.

Lo de prepago y damas de compañía ya se ha entremezclado en Venezuela y todo se utiliza para el mismo fin, es más una estrategia de marketing y de publicidad que alguna otra cosa, ya que tantos las ofertantes como los adquirientes, se deciden es ir al mismo fin.

Y sí, hay quienes buscan a damas de compañía para salir y cubrir las faltas afectivas, en especial porque los gastos son similares a los de una cita común. Con las prepago es sólo para los actos de carácter íntimo.


La sociedad las juzga

Antes de contar a manera de síntesis algunas de las muchas historias que reflejé para el Diario El Periodiquito (2006) y La Voz de Miranda (2012), les diré que ya la sociedad no las juzga como antes.

Recordemos que es la segunda profesión más antigua del mundo y que claramente eso no la hace moral, pero ha sido la base y sustento de muchas mujeres (y hombres) en la historia universal.

Pero es y será Dios que las juzgue en sus motivos y en cuánto más hicieron luego de cumplir su cometido de establecerse.

En la actualidad, ellas besan, abrazan, aconsejan, ríen, cuentan sus intimidades, cuando antes sólo oían. Eso indica que las prepago y damas de compañía han dejado de invisibilizarse y ser víctimas de terceros o de sí mismas y han visto un rol en la sociedad.

De allí que las iglesia buscan rescatarlas, pero no juzgarlas. Los juzgados, cada vez son más tolerantes con ellas. Mientras mantengan un perfil sin desfachatez y mantengan su salud y la de sus clientes en orden, nadie las juzga, incluso las autoridades sanitarias las amparan, cuidan, controlan, pero no las detienen, porque saben que de una u otra forma, son un eslabón crucial en la sociedad, aunque sea en las sombras que más a la luz se notan a diario.


Las experiencias vividas con prepago y damas de compañía

Con la anuencia y pagos de los diarios ya citados, contraté a varias damas de compañía que se publicitaban en dichos diarios. Todas se sorprendían cuando no las esperaba en una habitación, sino en el lobby de varios hoteles de Maracay.

Algunas refutaban, otras callaron, una lloró indignada. El malestar de todas era que podían verlas donde estábamos y eso les hacía correr riesgos. Ya luego de darles privacidad, contaban su situación.

Una se definió como prepago, ya que a ella le gustaba la intimidad y decía que la necesitaba y que ya que podía sacarle plata “y no tenía marido”, lo hacía.

Otra joven de Ciudad Bolívar contó que su mamá estaba enferma de diabetes, que cuidaba a los hijos de ella y le dijo que se vino a cuidar ancianos en Maracay. Les enviaba dinero cada semana (ganaba el 60% de su servicio, ya que la “agencia de prepagos y damas de compañía” le descontaba por cuidados, cama, ropa íntima y comida).

Una lo hacía de manera esporádica los fines de semana o en las noches, ya que estuvo mucho tiempo sin empleo, vivía alquilada, debía pagarle a una señora que cuidaba  a su hijo mientras ella, que recién comenzaba en una empresa en Cagua, se estabilizaba. Era su segunda entrada, un “emprendimiento” para redondearse.

El caso de la chica que estudiaba en la Universidad Bicentenaria de Aragua, que contó que una vez fue contratada por un compañero de universidad (no de carrera) que no sabía que ella hacía eso. Cuando se vieron, convinieron silencio porque ambos estaban claros de lo que hacían. Luego confesó que fue un buen amigo y le quitó el miedo a que la delatara.

Pero, la que más me impactó, fue una joven no muy agraciada para ser prepago, que confesó hacerlo porque su hijo nació con un problema en el riñón y necesitaba una suma millonaria para la época para operarlo y post tratamiento.

Ambos sacamos cuentas entre lo que a ella le quedaba y lo que debía reunir. Debía hacer unos 300 servicios para cubrir la operación y al menos un 25% más para gastos varios.

Ese exabrupto me dejó consternado por días. Hasta que hablé con la jefa de recursos institucionales de una clínica donde yo laboré y pudo conseguirle un cupo en el hospital de niños de Caracas. Recuerdo que hasta doné sangre en Maracay para que la trasladaran allá, junto al camarógrafo que me asistió. ¡El niño se salvó!

prepago y damas de compañía


Tantas otras historias

La anterior historia terminó con la joven trabajando en una finca en Yaracuy, hasta donde supe. Con una pareja y dos hijos más. Dejó su pasado y se hizo su presente. Esa cruz la carga ella y Dios le sabrá dar dictamen, no nosotros.

Y como ellas, habrá muchas otras prepagos y damas de compañía, que viajan de varios estados del país a Maracay, Valencia, Caracas, Barquisimeto y entre éstas mismas ciudades, ocultándose de familia, amigos, conocidos, para poder ejercer sin miedo a ser juzgadas y hacer el dinero que requieren para subsistir.

Como dicen las leyes, mientras se cuiden y no contagien a sus clientes (delito), ni se exhiban en la vía pública, la sociedad les brinda tolerancia. Pero, ¿Cuáles son sus límites?, ¿Tienen un proyecto de vida?

El rescate que debemos aportar es brindarles apoyo emocional, alternativas, mantener su autoestima. Porque el mundo está económicamente mal y cuando se toma un camino productivo, así no sea del todo ético, lo que se requiere es hacer lo propicio con el mismo y luego, deslastrarse.

El peso del pecado y del sentir (o no sentir), que la rutina de las prepago y damas de compañía tienen, no es para fustigarlas, es para verlas como eslabones de la sociedad que se adentraron en emprendimiento sí lucrativo, pero bastante engorroso para sí mismas.

Ser sus verdugos, no es nuestro deber ni camino ni lo permitido. Comprender y ser útiles cuando ellas lo pidan, como se hace con cualquier amistad que toma un camino errado, es lo debido.

Un tema difícil, discutible, que causa molestias  en todo lo que ello conlleva. Pero más ha de pesar lo que realmente somos como humanos. Porque al final las prepago y damas de compañía, son humanas como tú y yo.

Y mientras no usen su cuerpo, mente, belleza y contactos para perjudicar a los demás, todo entra en la delgada línea de la ley.

Recuerden: Ella son hijas, madres, abandonadas, víctimas de la sociedad, que lo hacen con temor pero decisión. Sí lo hacen por coacción, con más razón hay que ayudarlas porque nadie debe amparar delitos. Y a las mujeres de bien, se les protege.

Hay cientos de emprendimientos para paliar la situación. Todo amerita ideas, convicción y no querer ser rico de la noche a la mañana. Antes de una decisión así de entrar en el mundo de las prepago y damas de compañía, busca las otras opciones. Siempre habrá una mano amiga que te asista. Los amigos de emprendeconhuevitos.com te pueden dar ideas al respecto. Hay más potencial en ti, de lo que crees.

Lcdo. Argenis Serrano

P.D.: ¿Por qué coloqué este post aquí y no in mi blog de periodismo cívico?

Porque detrás de las prepago y damas de compañía, en su humanidad y vida personal y a la vez, de muchos de sus clientes, hay historias de amor que poco se cuentan. Y cuando la vida les permite la segunda oportunidad, llegan a ser felices. Al menos eso quiero llegar a creer, ¿Y ustedes? 

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